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En el jardín infantil niños y niñas no sólo aprenden a vivir con otros, sino que especialmente a compartir con ellos, cuestión que por cierto no es nada fácil a los 2 a 4 años, cuando están comenzando a reafirmar su identidad y una posición en el mundo.

A lo largo de su desarrollo, niños y niñas tienen distintas necesidades. Durante los primeros dos años de vida, estas necesidades están vinculadas especialmente a la contención y regulación emocional que la madre, padre o cuidador/a puedan transmitirle en sus acciones cotidianas, complementando el gusto por la exploración con la provisión de seguridad emocional que el niño/a requiere para salir a conocer el mundo con confianza. Es esa salida a conocer el resto del mundo, la que se inicia con la asistencia a un jardín infantil, la que nos preocupa a madres y padres y nos cuestionamos sobre las personas que conocerá, si lo tratarán bien y si podrá estar solo o sola ese tiempo sin nosotros. Es cierto, al principio le costará, pero ¡lo logrará!

A medida que niños y niñas crecen van ampliando espontáneamente su espacio de indagación y conocimiento. Especialmente a partir de los 2 años, el juego y la exploración se convertirán en el principal mecanismo de aprendizaje, ayudándole a ampliar sus experiencias y saberes, probando, ensayando, errando y acertando. Es precisamente ese proceso el que gatilla la importancia de complementar y potenciar en otros espacios los aprendizajes que se pueden obtener en casa.